Desconfiemos de la falta de confianza

Chile muestra un buen desempeño en una serie de indicadores políticos y económicos, tales como: crecimiento económico, bajos niveles de corrupción, estabilidad democrática, competitividad, etc. Ellos son un claro ejemplo de que nuestro país ha avanzado muchísimo en la senda de la modernización y de una consolidación institucional que permite pensar que el próximo paso -que tanto anhelan los chilenos- está a la vuelta de la esquina y que nos permitirá pasar a ser un país desarrollado, con menos desigualdad, más oportunidades y con la extrema pobreza definitivamente desterrada de nuestro horizonte.

Pero eso todavía está por venir. Antes debemos trabajar varios aspectos que no son menores y que constituyen una tarea pendiente y, en consecuencia, un gran desafío. Uno de ellos consiste en recuperar la confianza entre los ciudadanos, y entre las personas y las instituciones, organizaciones y empresas.

Son ya varios los estudios que muestran que una serie de problemas que enfrentamos como sociedad tienen como causa última la falta de confianza. Dudamos unos de otros y bajo esa premisa es imposible establecer relaciones estables, duraderas y “positivas”. La confianza interpersonal permite a las personas establecer vínculos sociales para desarrollar acciones conjuntas (desde formar un matrimonio y una familia, un emprendimiento o una ONG por la protección de las lechuzas). Por su parte, la confianza institucional permite que las instituciones posean un mayor grado de legitimidad y estabilidad. Está demostrado que países con niveles de confianza más altos son sociedades que presentan una mejor integración, desempeño económico y estabilidad democrática e incluso mayores niveles de felicidad.

Uno de los hechos que erosiona la confianza es la corrupción, ya que ésta no sólo implica el beneficio personal en detrimento de lo público, sino que causa un profundo quiebre en la confianza de la institución involucrada y en las personas que la integran, ya que se funda en el engaño, en la falta de transparencia, en el incumplimiento de las legítimas expectativas. Cuando una institución entrega programas sociales a beneficiarios que no califican para ellos; cuando los partidos políticos actúan sin transparencia; cuando se escogen autoridades acusadas de corrupción para asumir cargos políticamente relevantes; cuando las empresas no se preocupan de sus stakeholders; las expectativas no se ven cumplidas y la confianza se debilita si es que no se rompe y a veces para siempre.

Recomponer confianzas es una tarea difícil y prolongada y, en ocasiones, imposible de alcanzar. Implica un cambio de actitud y de la forma en que se enfrentan las relaciones con los otros. La desconfianza de la que hablamos afecta no solo a personas sino, especialmente, a instituciones (partidos políticos, la empresa, el Poder Judicial, etc.), las que están compuestas por personas y son ellas las que deben realizar los esfuerzos y actitudes necesarias para recuperar la confianza.

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