Informe global de corrupción: El sector de la Educación

A mediados de este año, la ONG Transparencia Internacional publicó su décimo informe anual sobre la corrupción en el sector educativo.

En este informe se realiza un exhaustivo análisis de cómo -en diversos países y en distintos niveles- se producen actos de corrupción que afectan a millones de niños y jóvenes, quienes ven coartadas sus posibilidades de tener más y mejores oportunidades; y con ellas avanzar en el mejoramiento su calidad de vida.

En esta versión del informe se demuestra cómo la corrupción perjudica a aquellos que dependen de la integridad de las personas, a quienes se les ha confiado poder. El informe destaca que una encuesta realizada a 8.500 padres y profesores en siete países de África, el 40% de los padres pagan montos ilegales para que sus hijos puedan continuar con su educación. A propósito, Huguette Labelle, presidenta de Transparencia Internacional, señala: «la corrupción afecta principalmente a los pobres, puesto que según nuestro Barómetro Global de Corrupción, las personas con menos recursos están expuestas a pagar en soborno por servicios básicos, el doble que las personas con más recursos”.

Una de las formas para combatir la corrupción es a través de la educación, no solamente evitando que en ese sector ocurran este tipo de actos, sino que también promoviendo valores y prácticas de anticorrupción en las salas de clases. Para enseñar conductas y formas de convivencia social, no solamente hay que creer en ellas, sino que también hay que practicarlas. La consecuencia es la forma más directa de enseñar, porque, como alguien ha dicho: «actúa como piensas, pues de lo contrario terminarás pensando como actúas».

La educación es un derecho humano y una herramienta fundamental para el desarrollo personal, social y económico. Todos deseamos que nuestros hijos tengan mejores oportunidades que las que nos han tocado vivir; y esto es más válido aún para aquellos que no han tenido la posibilidad de recibir ningún tipo de educación.

En nuestro país, vemos que casi el 60 % de los estudiantes universitarios son la primera generación que tiene oportunidad de seguir este tipo de estudios. Sin duda, sus padres deben sentirse muy orgullosos de este logro, puesto que saben que tendrán mejores oportunidades en la vida y que posiblemente no estarán a merced de la voluntad -buena o mala- de personas que ejercen sobre sus vidas un dominio casi absoluto. En 1970 había 32 millones de estudiantes universitarios en todo el mundo. El 2008 esta cifra alcanzaba a 159 millones, confirmándose así que la universidad no está reservada solamente para las elites.

La cantidad de recursos económicos que se destinan a la educación ha crecido sustancialmente, incrementándose así los riesgos de corrupción. Disfrazar falsamente el número de matrículas para recibir fondos públicos, vender notas o comprar títulos mediante favores que permiten que individuos deshonestos puedan triunfar sin tener los méritos académicos suficientes, son parte de los delitos de corrupción que se ven normalmente en el sector educativo, en todas partes del mundo. Y Chile no es la excepción.

En algunos aspectos estemos mejor preparados para enfrentar estas amenazas, pero algún flanco abierto tenemos que la gente percibe a nuestro país en uno de los índices más altos de percepción de corrupción en el sector educativo, según el Barómetro Global de la Corrupción 2013.

El informe que comentamos analiza casos de corrupción en distintos niveles de la educación y hace diversas propuestas para poder prevenir que ellas sigan ocurriendo. No obstante, tenemos que estar conscientes de que la inteligencia humana siempre encontrará subterfugios para poder eludir las responsabilidades.

Si como sociedad logramos instalar mejor los valores de probidad e integridad, arrinconaremos a los corruptos y contribuiremos a generar una sociedad menos desigual, que es la que Chile necesita.

Gonzalo Delaveau Swett, Presidente Chile Transparente
Verónica Abud Cabrera, Gerente General Fundación La Fuente

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